martes, 16 de octubre de 2012

Zapatito blanco, zapatito azul

¿Sabes lo que es tener ganas de hacer cosas? ¿Sabes qué es sentir que puedes con todo lo que te echen? A veces siento que puedo, que me como el mundo cuando salgo de mi casa a las 7:30 de la mañana, pero luego las piedras van poco a poco metiéndose en mi zapato. Poco a poco van entrando a lo largo de la mañana, se cuelan a la hora de comer, y, cuando llega la noche ni siquiera el pie me cabe. Es, entonces cuando necesito descalzarme, sentir el frío del suelo que pasa lentamente desde el dedo meñique hasta mis orejas. Y una vez que soy yo misma, y que los pies han dejado de dolerme es hora de hacer dos cosas: en primer lugar suelo coger tiritas, algodón, y un poco de alcohol y me curo las heridas. Al principio duele, ¡Cuánto duele! pero poco a poco, tirita a tirita se va curando. En segundo lugar es hora de enfrentarse al zapato, y sacar lentamente cada una de las piedras que se han colado. El dilema viene cuando te preguntas:¿Qué hago con las piedras? ¿Tirarlas? ¿Guardarlas? Quizás ese no sea el verdadero problema, quizás debería plantearme cambiar de zapato.

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